martes, 17 de noviembre de 2015

Breve reflexión sobre la guerra contra el Estado Islámico.

Cuando las naciones están dispuestas a morir por preservar sus ideales, y cuando esos ideales se plantean profundamente opuestos e irreconciliables, entonces la guerra es inevitable.
Mientras, de manera consecuente con la fe que profesan, los yihadistas anhelan un estado regido por su religión y luchan por instaurarlo, los defensores de la democracia y los derechos humanos, también de manera consecuente con estos principios, reclamamos la libertad de culto y que los Estados sean democráticos y Laicos. Este, en último término, es el problema que debería resolver la actual guerra contra el Estado Islámico.

Nótese que no utilizo ningún término tendencioso y menos peyorativo contra los yihadistas. Ante todo cualquier ser humano que es capaz de ofrendar su vida por un ideal, merece todo nuestro respeto; sin importar que esos ideales sean contrarios a los nuestros. El llamarlos fanáticos o aplicarles cualquier otro adjetivo para descalificarlos, es injusto. Basta con asumir que es nuestro enemigo y que está dispuesto a matarnos, por lo que debemos asumir nuestra defensa.

Y tampoco quiero pecar de candidez pretendiendo que los aliados (34 países, entre los cuales se cuentan los más poderosos del mundo, excepto China) emprendieron la guerra por la defensa de los derechos humanos y la democracia. No tengo la menor duda que en su intervención priman los cálculos de posibles réditos económicos y políticos. Sin embargo, tendrán que asumir que mientras existan estados que nieguen y proscriban nuestros derechos fundamentales, como la libertad de culto, y proscriban los avances de la democracia moderna, siempre existirá el peligro de ataques como los sucedidos en París la semana pasada, la paz mundial siempre estará amenazada.

Los aliados tendrán que deponer todo cálculo político o económico y anteponer la defensa conjunta de la democracia y los derechos humanos para derrotar al enemigo yihadista. Y tendrá que ser en el campo de batalla, soldados contra soldados.

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