viernes, 4 de abril de 2014

LA EXTRAÑA ENFERMEDAD

Mientras estoy redactando mi versión sobre qué es lo esencial del ser humano, si el cuerpo o la mente, aquí les dejo un cuento corto, para variar.


LA EXTRAÑA ENFERMEDAD

Ocurrió en un municipio de la extensa y hospitalaria provincia cordillera. Es lo que le sucedió a una guapa señora cordillerana de mediana edad, quien además había adquirido ciertas sofisticaciones muy poco comunes en aquellas tierras de gentes sencillas y trabajadoras. Habíase propuesto hablar pronunciando la  “i” en vez de “ll”, porque se parecía al acento de los artistas que se ven en las telenovelas, como no ocurría con el conservador acento oriental. Así en vez de decir llevar, decía “ievar”, en vez de llanta, “ianta”, y toda palabra que tenía elle era "elegantemente" transformado. También conocía dietas y suplementos para comer sin engordar, trabajar sin cansarse y vivir sin envejecer. Algunos de estos conocimientos eran secretos que no compartía con nadie. Y realmente parecía que le funcionaban muy bien, puesto que se veía siempre esbelta dinámica y lozana… y con un carácter muy simpático y encantador.

Pero su buena disposición pareció abandonarla cuando fue víctima de una extraña enfermedad, la cual la iba minando progresivamente. Los signos y síntomas que iban apareciendo eran extremadamente preocupantes: al comienzo se notó que tenía el cabello más grueso y escaso, alopecia de las cejas, piel áspera y seca y labios agrietados. Más tarde sufría de cefalea intensa y debilidad generalizada. Después sufría de anorexia, náuseas y vómitos. En un diagnóstico médico se leía polidipsia, poliuria y prurito, lo que significaba que sufría de sed excesiva y orinaba demasiado, además de sufrir comezón en el cuerpo. Luego fueron notorias la debilidad muscular, fatiga, náuseas, nerviosismo  y una ataxia sensitiva progresiva, a lo que se sumaron la alteración del sentido de la posición y las vibraciones en las extremidades inferiores. Su salud se iba deteriorando sin que ninguno de los médicos que consultaba diera con el diagnóstico acertado. También recurrió a toda clase de curanderos pero sin tener mejor suerte.  Realmente se sentía al borde de la muerte.

Para su suerte, una brigada de médicos voluntarios que realizaba una campaña de algunos días con consultas gratuitas en el municipio acertó con el diagnóstico de su mal. Resultó finalmente que sufría de hipervitaminosis, una intoxicación por la ingesta de unos suplementos vitamínicos con altas dosis de vitaminas A, D, E, C, B6, y otras de menor incidencia, que nuestra bella dama había comenzado a tomar pensando en compensar las fatigas y tensiones de su vida diaria y cuyo consumo había aumentado cuando su salud comenzó a deteriorarse, agravando así su estado. Bastó con suprimir su ingesta para que se produzca una rápida y notoria recuperación de su salud.
Uno de los médicos, muy prendado de la simpatía de nuestra guapa dama, le comentó en franca confianza: La única manera experimentalmente comprobada de mantenerse sana y con buena figura es comer con moderación, y además es los único que prolonga la juventud, ya que incluso los antioxidantes resultaron ser inútiles para eso. También le dijo que observe su ganado, y vea que existen algunos que comen mucho y no engordan, pero no existe la posibilidad de que alguno engorde sin comer, por eso, si alguien está con sobrepeso es porque está comiendo demasiado.
Con la salud repuesta pero con el recuerdo de la congoja que había sufrido, nuestra heroína concluyó que ya estaba cansada de dietas y suplementos y decidió dedicarse a cuidar de su hacienda y disfrutar de todo lo que esa tierra bendita le había dado, y que los años y el sobrepeso den testimonio de ello.