miércoles, 11 de octubre de 2017

LA INFORMACIÓN Y LA CULTURA EN NUESTROS DÍAS

LA INFORMACIÓN Y LA CULTURA EN NUESTROS DÍAS

Mientras preparo (o intento hacerlo) los nuevos temas que tengo en borrador, me he visto atrapado en una ardua búsqueda de información sobre algunos temas nuevos para mi, como las últimas teorías de la evolución de la vida, las teorías de cuerdas, la teletransportación cuántica, y cosas por el estilo. En este intervalo, bastante prolongado, fui víctima, como neófito,  de cantidad de publicaciones y documentales con informaciones sesgadas y conclusiones de locura (absurdas). Fue también impresionante la cantidad de tonterías y teorías conspirativas que encontré.

Sin embargo, debo también reconocer, y agradecer, la abundancia de información de primera mano en internet. Baste como ejemplo que Grisha Perelman, el genio matemático más grande de la actualidad, sólo ha publicado sus estudios en internet y son de acceso libre.

Pero para poder distinguir la información verdadera  entre tanta variedad de información segada y hasta falseada, debemos estar previamente bien informadas; debemos mantenernos bien informados. La principal y mejor fuente de información son los periódicos reconocidos de nuestra propia ciudad o país. Es aconsejable revisar un buen periódico de principio a fin, no necesariamente todos los días, pero sí al menos el día de nuestro suplemento semanal favorito. Un buen noticiero de televisión para acompañar el almuerzo y un buen programa de radio mientras conducimos, pueden ayudar mucho.

Por otra parte es también necesario leer libros. ¿Y por qué leer libros?

Pues no hay otra forma de enterarse de las cosas de primera mano. De cualquier cosa que queramos. Si algo queremos saber, muchos libros habremos de leer. Ojo que en los libros también se encuentran falsedades, pornografía, supersticiones y mucha mediocridad, e incluso verdaderas tonterías. Pero solo leyendo sabremos reconocer los buenos libros. La mejor manera es comenzar por leer los clásicos de la literatura universal, considerando que existen clásicos en cada tema o especialidad. Si leemos libros de nuevos autores,  busquemos los publicados por las buenas editoriales, porque las buenas editoriales nos garantizan la calidad de los que elijamos leer. 

Si hablamos de la gran narrativa universal, podemos comenzar leyendo Don Quijote, Los Hermanos Karamazov, La guerra y la paz, Cien años de soledad, Los viajes de Gulliver, Moby Dick, Así Habló Zatustra o Sobre héroes y tumbas; pero en cuanto a volumen y profundidad, debemos considerar que cada uno de estos libros valen por media docena de los demás. Hay que tomarse el debido tiempo para meditar, para extasiarse, para reírse, en fin, para disfrutar lo que se lee. Si se quiere empezar por obras menos extensas (pero igualmente profundas y maravillosas), El principito, El viejo y el mar, Pedro Páramo y Fausto son los indicados.

La literatura es fuente inagotable no solo de conocimiento, sino de placer. Pero la lectura no es la única fuente donde podemos encontrar provecho y disfrute. También podemos disfrutar y nutrirnos con innumerables películas maravillosas, series televisivas verdaderamente "fuera de serie", novelas y documentales espectaculares. Sin embargo, debemos ser muy selectivos para no ser víctimas de cursilerías, pseudociencias y excesos publicitarios. Y si las cosas por el cine y la televisión no están buenas, siempre habrán millares de grandes libros aguardándonos.

Hoy podemos acceder a muchos sitios web donde encontraremos prácticamente cualquier libro que busquemos, podemos descargarlo sin costo a nuestro celular y leerlo cualquier rato y en cualquier parte, de día o de noche. El celular tiene su propia iluminación.
Mientras más libros leamos más cosas conoceremos y más cosas entenderemos. Leamos todos los libros que podamos.

¿Cuántos libros puede leer una persona común, con una jornada de ocho horas seis días a la semana, considerando que un día a la semana los dedique a sus relaciones sociales, viajes, religión, etc.?

Un libro que nos atrapa, de tamaño medio, puede ser leído en unas cuatro horas. Entonces, una persona que trabaje 8 horas, gaste una hora y media en trasladarse de un lugar a otro (ya sea conduciendo, en transporte público, o simplemente caminando), una hora en alimentarse, una hora para enterarse de las noticias diarias, media hora para asearse y vestirse y ocho horas para horas a dormir, puede dispones de cuatro horas diarias para leer. Esa persona podría leer unos 6 libros a la semana, es decir, unos 300 libros al año.

Sin embargo, no todos los libros que leeremos serán de lectura liviana o placentera, de esos que nos absorben y que no queremos soltar hasta terminarlos. Algunos libros serán fuente de conocimientos, información, consulta, reflexión, etc., y nos tomará tiempo asimilar su contenido.

Ahora, si añadimos que tenemos que trabajar horas extras, que todos los días nos enfrentamos a congestionamientos de tránsito, o si tenemos otras actividades diarias, podemos reducir los números y leer solo un libro a la semana. Leeríamos unos 50 libros al año. Reduciendo al mínimo nuestra dedicación a la lectura, podemos leer un libro al mes. Leeríamos 12 libros al año. En este caso a lo largo de su vida un lector poco dedicado leerá al menos medio millar de libros.