LA EXTRAÑA ENFERMEDAD
Ocurrió en un municipio de la
extensa y hospitalaria provincia cordillera. Es lo que le sucedió a una guapa
señora cordillerana de mediana edad, quien además había adquirido ciertas
sofisticaciones muy poco comunes en aquellas tierras de gentes sencillas y trabajadoras.
Habíase propuesto hablar pronunciando la
“i” en vez de “ll”, porque se parecía al acento de los artistas que se ven en las telenovelas, como no ocurría con el conservador acento oriental. Así en vez de decir llevar, decía “ievar”, en vez de
llanta, “ianta”, y toda palabra que tenía elle era "elegantemente" transformado. También conocía
dietas y suplementos para comer sin engordar, trabajar sin cansarse y vivir sin
envejecer. Algunos de estos conocimientos eran secretos que no compartía con
nadie. Y realmente parecía que le funcionaban muy bien, puesto que se veía siempre
esbelta dinámica y lozana… y con un carácter muy simpático y encantador.
Pero su buena disposición pareció
abandonarla cuando fue víctima de una extraña enfermedad, la cual la iba
minando progresivamente. Los signos y síntomas que iban apareciendo eran
extremadamente preocupantes: al comienzo se notó que tenía el cabello más
grueso y escaso, alopecia de las cejas, piel áspera y seca y labios agrietados.
Más tarde sufría de cefalea intensa y debilidad generalizada. Después sufría de
anorexia, náuseas y vómitos. En un diagnóstico médico se leía polidipsia, poliuria y
prurito, lo que significaba que sufría de sed excesiva y orinaba demasiado, además de sufrir comezón en el cuerpo. Luego fueron notorias la debilidad muscular, fatiga, náuseas, nerviosismo y una
ataxia sensitiva progresiva, a lo que se sumaron la alteración del sentido de la posición y las
vibraciones en las extremidades inferiores. Su salud se iba deteriorando sin
que ninguno de los médicos que consultaba diera con el diagnóstico acertado.
También recurrió a toda clase de curanderos pero sin tener mejor suerte. Realmente se sentía al borde de la muerte.
Para su suerte, una brigada de
médicos voluntarios que realizaba una campaña de algunos días con consultas
gratuitas en el municipio acertó con el diagnóstico de su mal. Resultó
finalmente que sufría de hipervitaminosis, una intoxicación por la ingesta de
unos suplementos vitamínicos con altas dosis de vitaminas A, D, E, C, B6, y
otras de menor incidencia, que nuestra bella dama había comenzado a tomar pensando en
compensar las fatigas y tensiones de su vida diaria y cuyo consumo había
aumentado cuando su salud comenzó a deteriorarse, agravando así su estado.
Bastó con suprimir su ingesta para que se produzca una rápida y notoria
recuperación de su salud.
Uno de los médicos, muy prendado de la simpatía de nuestra
guapa dama, le comentó en franca confianza: La única manera experimentalmente
comprobada de mantenerse sana y con buena figura es comer con moderación, y
además es los único que prolonga la juventud, ya que incluso los antioxidantes
resultaron ser inútiles para eso. También le dijo que observe su ganado, y vea
que existen algunos que comen mucho y no engordan, pero no existe la posibilidad
de que alguno engorde sin comer, por eso, si alguien está con sobrepeso es porque
está comiendo demasiado.
Con la
salud repuesta pero con el recuerdo de la congoja que había sufrido, nuestra
heroína concluyó que ya estaba cansada de dietas y suplementos y decidió
dedicarse a cuidar de su hacienda y disfrutar de todo lo que esa tierra bendita
le había dado, y que los años y el sobrepeso den testimonio de ello.